No voy a repetirme y contar el poco tiempo del que dispongo ultimamente y la desgana que me acompaña para entrar en la cocina. Pero estaba deseando que llegase el fin de semana, bueno más bien el viernes por la tarde que es cuando termina mi jornada laboral y conducir hasta casa para decir bien alto: ¡¡¡ Por fin es Viernes !!!
¿Los planes? ninguno en especial, y muchos a la vez. Quería quitarme las gestiones personales y los compromisos familiares entre el viernes y el sábado para disfrutar el Domingo vagueando todo lo que pudiera. Sin despertador, sin horario y apenas el teléfono móvil . . . y lo conseguí.
Me di esta mañana (estoy escribiendo esto el domingo por la noche) un buen paseo por los blogs amigos, me faltan aún algunos pero tendré que dejarlos para estos días. Antes de tomarme un buen café de forma relajada, la báscula me dio una buena noticia. Algo habíamos bajado desde la semana pasada y casi sin darme cuenta. Bueno, sin darme cuenta es una exageración
Y aparte de empezar la mañana haciendo pan para el desayuno y para dejar congelado e ir sacándolo durante la semana, me apetecía preparar una buena y caliente sopa de fideos al medio día y una tortilla de papas. Es que tenemos un viento helado desde hace dos días que llega hasta el último rincón y ando como encogida por la vida por mucho que me abrigue. Pero al abrir el frigo me di de bruces con media pechuga que mi hija había dejado allí olvidada, y como no es cuestión de que se estropeara, decidí darle salida.
Me acordé de la Tortilla de Pollo que comían en casa de mi querida amiga Concha, y aunque en su familia es una de esas recetas con solera, yo no había oído hablar de algo igual en la vida. Y mira que soy una loca tortillera y me las hago de casi todo, siendo la de berenjenas una de mis preferidas.
Bueno, pues ahí estaba yo, cociendo mi pechuga en caldo de cocido para que tuviera más sabor y cambiando los planes de la tortilla porque evidentemente la de papas sería para otra ocasión. Aproveché que tenía el horno caliente del pan, para cuajar la tortilla allí. Quedó perfecta, bien jugosa, riquísima y sin apenas nada de aceite. Por si no te lo he dicho nunca, las tortillas me gustan cuajadas pero no secas, de tal forma que cuando las comes no caiga el huevo líquido a medida que la vas partiendo, eso me produce repelús.
Así que totalmente recomendada esta Tortilla de Pollo. Aunque estés a dieta se pueden comer cosas bien ricas, solamente hace falta darle un poco a la imaginación y combinar bien los alimentos. Y esto me lo aplico personalmente, que muchas veces por comodidad y ultimamente más de lo que me gustaría, no paso de la verdura cocida y el filete a la plancha. {Quien me ha visto y quien me ve}.Y fijate lo poco que he tardado en hacer la tortilla de hoy, si es que cuando las recetas son de confianza, no hay duda que salen bien, aunque las fotos no le hagan justicia.
{2 personas}
4 Huevos de Gallinas Felices
Unas ramitas de Perejil Fresco
Un pincelada de Aceite de Oliva Virgen Extra
Sal marina al gusto.
- Picar la pechuga a cuchillo lo más fina posible. La pechuga tardó en cocerse unos 20 minutos a fuego medio.
- Cascar los huevos en un plato, batir y añadir el perejil.
- Incluir la sal y el pollo cocido o asado.
- Mezclar bien.
- Pincelar con un poco de aceite el molde donde vamos a cuajar la tortilla en el horno. O hacerlo en sartén, según preferencia.
- Verter la mezcla y llevar al horno a 200º durante quince minutos con calor arriba y abajo, posición media. Lista y cuajada.
- Desmoldar y dejar templar antes de partirla.
La serví ya troceada y con una poca mayonesa casera alegrada con guindilla y unos pepinillos encurtidos. Nos encantó.
Y eso es todo por hoy, nos vemos en unos días.
Hasta entonces espero que seas feliz.
Estoy procurando ponerme al día con vuestros blogs, un poco de paciencia que llegaré.