Si tuviera que describir este plato con una sola palabra, sería . . .
¡¡¡ IMPRESIONANTE !!!
¡¡¡ IMPRESIONANTE !!!
Sinceramente no te puedes imaginar lo ricas que están las Albóndigas de Choco. Las comí por primera vez hace años en un Restaurante de la costa de Huelva, nada extraordinario por otra parte, pues allí este cefalópodo es una de las estrellas gastronómicas por antonomasia. En las Cartas, presentan el Choco en platos de los más variados y a cada cual más rico. Siempre me pareció simpático que a sus habitantes se les llame Choqueros, como apelativo cariñoso.
Tras preguntar a un amigo que venía en el grupo cómo se harían, deformación que me acompaña de siempre, y no sólo por tener el blog, conseguí la receta a través de su madre unos días después. Esta señora era famosa por la buena mano que tenía en la cocina, y no dudé que siguiendo sus instrucciones así quedarían de ricas las albóndigas que iba a hacer por primera vez. De hecho, se han convertido en una de mis preferidas.
Y siguiendo mi costumbre de visitar los Mercados de las ciudades que visito, el de Huelva no se podía quedar atrás. Qué buen género y que frescura en los pescados y mariscos; me fijé que había Puestos de Venta donde tan sólo vendían Chocos e incluso te lo preparaban para albóndigas, así sólo tenías que hacer la mezcla al llegar a casa. Antes de entrar nos comimos unos churros exquisitos y al salir, unas tapas de chocos fritos en un bar que había junto al Mercado, que estaban deliciosos y muy bien hechos. Vamos, que más días como ese y podria haber vuelto rodando a casa.
Los Chocos, también son conocidos como Sepia, Jibia, Xibia, Cachon, Txautxa o Sipia. Habitualmente los suelo cocinar a la plancha y le añado un poco de mojo verde por encima y están ummmm para morirse de ricos; pero si tienes alguna comida especial o celebración, además de no ser un plato muy conocido según qué zona, sorprenderás al más exigente y tiquismiquis de tus comensales preparando unas albóndigas como las que te presento hoy.
Ya te lo he dicho nada más empezar, es un plato sorprendente, y añadiría que brillante.
Por supuesto el Choco te tiene que gustar, y a mí me encanta. Es jugoso, tierno y dentro de la suavidad del sabor, te llevas un bocado de mar en cada trozo que comes. No soy nada incondicional, como bien sabes el pescado y toda su familia, me llama más que la carne.
{ Para dos personas}
250 grs de Choco
1 Diente de ajo
1/2 Cebolla
Perejil fresco
Piel rallada de 1/2 limón
Piel rallada de 1/2 limón
2 huevos
50 grs de pan
1 Hoja de laurel
10 Gambas o langostinos
1 y 1/2 Vaso de fumet de gambas
Colorante alimentario o cúrcuma.
Harina de trigo todo uso
- Cortaremos el choco a cuchillo en trozos muy pequeños. No vale hacerlo en una picadora, quedaría hecho una masa y no es la textura que buscamos.
- Picamos finamente el ajo y el perejil (aunque veas en la imagen dos ajos, solo utilicé uno)
- Batimos un huevo y le añadimos el pan desmenuzado para que vaya humedeciéndose.
- Llevamos todos los anteriores ingredientes a un cuenco, salamos y rallamos la piel de medio limón.
- Mezclamos bien y dejamos reposar en el frigo durante un rato para que la masa coja consistencia.
- Con una cuchara, vamos cogiendo porciones y pasándolas por harina. Es una masa blanda, pero tranquila, que no se deshace. Pero si te resulta imposible de manejar, añade unas cucharadas de harina o de pan rallado.
- Después las pasamos por huevo y no te preocupes porque las bolas no salgan perfectas, es difícil con esa textura tan blanda. Pero al comer serán mucho más sabrosas.
- Pondremos una sartén con aceite de oliva, y las vamos friendo. Se trata más de sellarlas bien que de dejarlas muy fritas.
- Las dejamos sobre papel absorbente para que eliminen el exceso de grasa y reservamos.
- En un caldero pondremos un fondo de aceite de oliva.
- Picamos una cebolla en trozos muy pequeños y sofreímos a fuego medio.
- Cuando la cebolla esté medio hecha, añadimos la hoja de laurel y el colorante o cúrcuma.
- Agregamos seguidamente el fumet de gambas (hacía poco que comimos gambas al ajillo y tenía el fumet congelado)
- Cuando empiece a hervir, añadimos las albóndigas.
- Tapamos, bajamos el fuego al mínimo y dejamos que se hagan una media hora.
- Dos o tres minutos antes de terminar, pelamos las gambas y se las añadimos, tapamos de nuevo y será el tiempo que necesiten para hacerse. Rectifica de sal si hace falta.
- Si ves que la salsa queda muy líquida, añade un poco de maizena, por el contrario, añade algo más de fumet.