3 de julio de 2017

Bienmesabe Canario {Apto para Diabéticos}

  

Llegando la época veraniega en la que nos encontramos, no hay forma mas recurrente y original de empezar una conversación, que preguntando: ¿y este verano, dónde van ustedes?

Pues bien, ahora les voy a contar una anécdota que aunque pueda parecer un chisme, es tan cierta como la vida misma.
Mi mejor amiga vive allá en la Península, da igual la ciudad porque no es relevante. Trabaja desde hace porrocientos años en una agencia de viajes, muy reconocida a nivel nacional; y tiene fieles clientes, que confían en su criterio año tras años y se dejan asesorar para elegir un destino.

Hace unos veranos, una de esas clientas, se sentó ante ella y con determinación le hizo una propuesta más que asombrosa. Cabe decir que la señora en cuestión, había recorrido medio mundo y viajado a lo ancho y largo de varios Continentes. Pero ese año en concreto le apetecía quedarse en tierra patria. Así que ahí sentada, dijo: " Este año quiero visitar Las Murallas de Canarias".

          

Imaginate la cara de mi amiga ¿¿¿ cómo ??? es lo primero que pensó. Después creyó que era algún entretenimiento, tipo Parque de Atracciones de nueva incorporación y que ella no estaba informada. Y la señora repite de nuevo: "Si si, este año quiero visitar las murallas de Canarias".
- ¿Pero qué murallas Doña Esperanza? . . . si hija, las que están rodeando las islas, esas murallas que todo el mundo conoce. Tomaaaa ya, telita tiene la cosa.
Como aquello no conducía a nada, y no era cuestión de discutir, lo mejor llegados a este punto, fue coger un mapa y que señalara las murallas en cuestión.

Agarrense que vienen curvas. ¿ Recuerdan cuando estudiaban Geografía en el cole ? ¿Se acuerdan que Las Islas Canarias siempre estaban ubicadas y recuadradas al sur de las Islas Baleares ? Hagan memoria. Pues ese encuadre imaginario era, según la clienta, Las Murallas de Canarias.
No saben el disgusto que se llevó la buena señora, aparte del sonrojo pertinente cuando cayó en semejante equívoco. Esa tarde quedó en volver otro día para contratar un nuevo destino . . . visto lo visto.

      


El archipiélago Canario no está donde cree mucha gente. Si miran un mapa de la Península, tienen que bajar la vista y señalando con el dedo, situarse frente a la costa del sur de Marruecos, y ahí en medio del Océano Atlántico estamos nosotros. ¿ Y por qué se enclava en otro sitio y con un recuadro a las Islas Canarias ? simplemente para ahorrar papel y espacio. Ay mi madre, con la cantidad de presupuestos que se destinan a otras cosas, bien podría hacerse cargo el Ministerio pertinente  (Educación, Fomento . . . ), y diseñar unos mapas en condiciones. Un poco de rigor y mayor exactitud geográfica, no estaría nada mal.



"Nunca un ahorro de papel, ha educado en la ignorancia a tantas generaciones".





100 grs de Almendra molida sin piel
150 grs Agua mineral
125 grs Azúcar de Abedul (misma cantidad si es blanca)
2 Yemas de huevo
1 Palo de canela
1 Piel de limón




- En un caldero con agua hirviendo, dejo hervir las almendras durante dos minutos.
- Las cuelo y elimino la piel.

- Una vez peladas, muelo hasta pulverizarlas. Se puede dejar algunas en trozos más gruesos, si gusta encontrar tropezones (en casa gusta más así el bienmesabe).
- En una sartén a fuego bajo las tuesto sin dejar de mover, se queman facilmente.
- Estarán listas cuando tengan un color arena. En este punto, huelen ya divinamente.
- Añado las almendras en trocitos que había reservado.
- Aparto del fuego y hago el almíbar.

- En un caldero añado el agua, el azúcar de abedul (o blanca si es la que utilizas), la canela y la piel de limón.
- Dejo que hierva a fuego medio para conseguir un almíbar.
- Cuando tengo el punto de hebra, retiro la canela y el limón.
- Vuelco las almendras tostadas sobre el almíbar.
- Mezclo bien y dejo cocer a fuego bajo unos minutos. Aparto y dejo enfriar.
 
- Bato las yemas.
- Llevo de nuevo el caldero al fuego y añado las yemas poco a poco.
- Dejo hervir unos minutos hasta que las yemas estén cocinadas, siempre a fuego bajo y sin dejar de mover.
- Ya está hecho el bienmesabe.
 

 Se deja enfriar y listo para comer. Se puede guardar en botes y conservarlo en el frigo. Si haces mucha cantidad, puedes esterilizar los botes y proceder como si fuese una mermelada casera.



     

El Bienmesabe es una receta tradicional que como siempre ocurre, tiene sus variantes, según la persona que lo hace. Tiene fama el Bienmesabe del pueblo de Tejeda, (Gran Canaria) por ser una zona almendrera y contar con gran tradición en la elaboración de dulces con este ingrediente.
En la provincia de Las Palmas, no se suele comer solo, más que un postre en si, es un complemento de helados y flanes; o también utilizado para relleno de bizcochos. Sobre un yogur blanco, está igualmente para rechupetearse. ¿Así que está bueno? uffff, pues ¿que quieren que les diga? que aunque no soy la más golosa del mundo, me parece una mezcla de sabores increíble. Siempre digo, que es como tomar almendras garrapiñadas, pero con textura de pasta untable.

El bienmesabe de hoy, está acompañado de helado casero de plátano, (sin el cacao). No  se hacen idea de lo exquisita que resulta esta combinación. Con el helado de vainilla, se suele encontrar en la carta de postres de los restaurantes y es como más lo gastamos en casa. Mi madre en cambio, lo prefiere untado sobre unas sencillas galletas maría . . . como ven, sobre gustos los colores.

En la Isla de La Palma, el Bienmesabe también es un postre muy aprecidado y reconocido, pero se sirve sobre una cama de bizcochos dulces bañados en almíbar o aromatizados en algunos casos con malvasía, ron o coñac. Alcanzó gran fama, el que hacía Doña Matilde Arroyo, considerada la madre del Bienmesabe, como ya conté en la receta del Principe Alberto.

Cada vez se hace menos en casa, ya que lo encuentras embasado en todas las tiendas y es un producto de gran calidad, carente de conservantes, todo hay que decirlo. Aunque no deja de ser una preparación sencilla y muy rica, que suelo hacer en pequeñas cantidades, porque cucharadita a cucharadita me envicio, y hasta que no veo el bote vacío no paro.

Si transcurridos unos días, está demasiado espeso, se añaden unas cuantas cucharadas de agua a temperatura ambiente y se mezcla bien; volverá a tener la untuosidad necesaria.



  Y eso es todo por hoy.
Con este dulce sabor de boca, me despido hasta después del Verano. Espero que también puedan desconectar de algunas obligaciones, hacer lo que les guste, disfrutar de la vida, la playa, el campo, la tranquilidad o el alboroto de esta época.
Nos vemos a la vuelta, hasta entonces, ya saben . . . sean felices.