23 de mayo de 2016

Molletes



Hoy mi cocina huele a "pan del güeno". Así que si quieres, pasa y siéntate que te preparo uno.

Los Molletes son muy populares en el Sur de la península, los genuinos proceden de Antequera, en Málaga, aunque son unos panes que se encuentran en muchos establecimientos, tanto de la comarca como de otras provincias andaluzas.
Te aseguro que todo el que los descubre, cae rendido a sus pies.
Es extremadamente tierno, muy blanco y sin corteza; no así de miga, que es mullida aunque sea un pan plano. Por estos motivos, están muy valorados en los desayunos y como parte de la merienda de los niños . . . y no tan niños, mis fieras se los zampan de dos en dos.

       



Su elaboración es bien sencilla, y como con todos los panes, tan solo tenemos que hacer un buen amasado, respetar el tiempo de levado y extremar especialmente el cuidado en el momento del horneado para no excedernos, ya que perderían su característica textura.

Parece ser que su procedencia es árabe, aunque no se tiene constancia escrita de ellos hasta el siglo XVIII, donde se le concede a un panadero antequerano {Manuel Esbrí 1775} la autorización para amasarlos junto al pan francés. Sigo pensando que el Pan de Pita es el primo más cercano.
El Mollete debe consumirse tostado para degustarlo en todo su esplendor. Hay quien prefiere hacerlo aún cerrado y después proceder a rellenarlo; otros en cambio prefieren abrir las dos mitades y tostarlas de esta forma.

Como no soy nada tiquismiquis, los dos métodos me gustan por igual.


       


Esta será la primera receta de Molletes en el blog, pero no la última. Me he dado cuenta que tengo guardada una saga de ellas, todas diferentes. Las iré publicando poco a poco.
Si no los conocéis, os aseguro que un desayuno donde estén presentes, alegran la mesa y espabilan al más pintado. Soy de las que me levanto hasta una hora antes con tal de desayunar tranquilamente. Y entre semana, suelo hacerlo, mientras leo por encima el periódico, y repaso la lista con todo el trabajo pendiente de la jornada. Casi siempre, los rellenos son salados, el dulce me llama más a la hora de la merienda.
Un buen hummus, un paté o queso . . con unas rodajas de tomate y me pongo las botas.
Pero vamos, que si eliges un relleno dulce, acertarás de lleno, porque lo soporta todo.

 La receta de hoy es de mi querida Elisa, {Que no te falte un perejil} un blog para tener en cuenta si quieres hacer cocina rica y variada. Con la seguridad que todo sale bien y que la persona que está detrás, además de saber de fogones, es una mujer maravillosa. Ella lo cuenta todo con alegría y desparpajo. Acostumbra a hacer unas entradas con una lógica aplastante y exponiendo  abiertamente su forma de pensar, siempre con un gran respeto por los demás.
Yo le tengo un cariño muy especial, y sé que el sentimiento es mutuo.

Y no me enrollo más, os dejo con la receta.


    

 - Mezclamos la leche y el agua y las templamos en el micro. Añadimos la levadura y esperamos cinco minutos.
-  Introducimos todos los ingredientes en la cubeta de la panificadora, primero los líquidos y después los ingredientes sólidos. Seleccionamos el programa amasado, que dura quince minutos.
- Si haces la masa a mano, sigue los mismos pasos, tardarás también unos quince minutos en tenerla preparada.
- Esperamos a que la masa doble volumen. Depende mucho de la temperatura, tardó una hora.



- Volcamos la masa sobre la mesa de trabajo y separamos las porciones, en mi caso de 75 grs.


- Estiramos con el rodillo, pero no hace falta aplastarlos muy finos para no desgasificar por completo.


- Preparamos un plato con harina, y vamos pasando los molletes por las dos caras para enharinarlos.


- Los dejamos sobre la bandeja del horno, hasta que han doblado volumen de nuevo.
- Precalentamos el horno a 200º durante quince minutos. Introducimos los molletes y horneamos entre diez y quince minutos a 180º. Tendrás que comprobarlo tocando el fondo del pan, que suene a hueco. Ya sabemos que cada horno es un mundo.


Y ahora a desayunar, merendar o cenar, pero no dejes de probarlos.

   

Eso es todo por hoy, nos vemos en unos días.
Hasta entonces se feliz, o al menos, inténtalo.