Que siiiiii, que ya se que hace años que no comes sardinas en casa, por la "peste" tan estupenda que van dejando por todas partes.
Y es que ellas son así, te compras unas cuantas frescas en el mercado porque las ves mirándote con esos ojitos brillantes, y no hay forma de que pasen discretamente por tu vida, se encargan de airearlo a los cuatro vientos.
Se entera la familia, tus vecinos, el gato del quinto izquierda y cualquier inocente que ese día se deje la ventana abierta, porque son escandalosas y no lo pueden evitar. ¡¡¡Pero qué ricas están!!!
No, no se admiten comparaciones con comerlas al lado de la playa, en el chiringuito hasta la bandera de gente; o en un espeto en la costa malagueña, pero el que no se consuela es porque no quiere, y ya os digo que como hoy os enseño, están para chillarle de ricas.
Casi nadie en casa las quiere, porque tienen espinas, qué pesados son ¿pero qué queréis que tengan, si son pescados? pues lo normal es eso, espinas.
Las mías de hoy son de tamaño XXL, las pescó uno de mis hiijo hace unos días. Nunca las vi tan grandes hasta ese momento. Y claro, yo sola, imposible darle fin a todas. Así que las limpié y congelé abiertas, pero sin quitar escamas para no dañar la piel al cocinarlas.
Y aunque hace años que las hago en papillote en la sartén, cuando vi las de mi querida amiga SONIA { COCINANDO VOY RECETANDO VENGO } hechas en el horno, me quedé con la copla.
Ella aseguraba que no olía nada de nada y encima te quedaba una rica salsa para mojar. Sin pensarlo, tenía un triángulo perfecto: Sardinas, Salsa y Sin olores.
¡¡¡¡¡¡ FUNCIONA !!!!!!
Así que ya puedes mirarlas con otra cara cuando las veas en el mercado. Te las llevas a casa, y os aseguro que nadie se entera de las ricas sardinas que os estáis comiendo. Ya podéis recuperar el tiempo perdido.
Y para acompañarlas nada mejor que un rico Picadillo.
¿No lo habéis probado nunca? pues en el sur de la península que es donde yo lo comí siempre, bien fresquito, es un complemento perfecto para cualquier comida veraniega.
No es más que una reunión de tomates, cebollas, pepinos y pimientos, en trozos muy pequeños, con su buen aliño de aceite virgen, sal y vinagre.
Os prometo, que de verdad, es una conjunción difícil de superar.
Hoy comí como una reina, con productos de temporada. Esas sardinas que ya empiezan a llegar, esos tomates, con sabor a tomates de verdad, y esa salsa con sabor a limón, que no sabéis cómo he tenido que atarme las manos para no coger la barra de pan y dejar bien limpia la bandeja del horno.
Y ahora vamos al lío, aunque de lío tiene hoy bien poco.
Tan sencillo como poner aceite en una bandeja apta para horno, añadir los ajos bien picaditos, a continuación colocamos las rodajas de limón, y sobre éstas el pescado. Terminamos con un hilo de aceite sobre las sardinas, una poca de sal marina y pizca de pimienta negra molida.
Llevamos al horno precalentado a 200º, calor arriba y abajo y entre quince y veinte minutos, estarán listas para disfrutarlas.
Casi sobran las explicaciones, pero bueno, por dejarlo todo bien claro. Cortamos las verduras muy, muy pequeñas y las mezclamos en un cuenco. Lo llevamos a la nevera hasta el momento de servir.
Antes de presentarlo a la mesa, aliñamos y servimos en platos individuales. Lo más cómodo es comerlo con cuchara.
Y eso es todo amigos, hasta la semana que viene.