Se prepara en grandes recipientes de cristal para llevarlo a la mesa y realmente es espectacular.
Aunque de forma individual, en copas o vasos transparentes, es más cómodo y menos engorroso a la hora de servir. Y para las fechas que se avecinan, me parece un postre perfecto, no es pesado y tiene un colorido muy navideño.
Y ahora empiezo con una de mis batallitas:
El postre que traigo, fue el que tomé durante muchos Domingos para cenar, en el tiempo que estuve en Inglaterra.
Los fines de semana, nunca los pasaba en casa con la familia que vivía. Solía irme los Viernes por la tarde y aparecer los Domingos a la hora de la cena.
En eso dos días, aprovechaba con mis amigos para hacer Excursiones, descubrir Ciudades, ir de Pubs, visitar Museos y dormir en los Bed & Breakfast. . . . y hasta ahí puedo leer {risas}.
Por consiguiente, me perdía la maravillosa comida del Domingo {Sunday Roast} en la que solían reunirse con familiares y amigos. Comida, que no sobraba nunca, por cierto.
Pero Gill, la madre de familia, se encargaba de dejar siempre un tazón con el postre para mi cena. Y el ritual, se repetía semana tras semana.
Gracias a este postre de cuchara, comí arándanos por primera vez. También descubrí que el Trifle no siempre era igual. Dependía mucho de quien lo hiciera tenía sus variantes.
La abuela lo hacía como el que os enseño, al igual que Gill. Su hermana, en cambio, dejaba en el fondo, en vez de bizcocho, un merengue seco { también llamado Mimo o Suspiro }. Si lo tomaban los niños, bañaban el bizcocho con zumo de naranja en vez de Sherry. Y la tía Teresa, lo hacía con gelatina en el fondo y lleno de frutas. Ese era el que menos me gustaba, porque a mí las gelatinas, no me apasionan mucho que digamos.
Así que los postres de la cena del Domingo, eran todo un lujo. Y en cuanto metía la cuchara, aprendí a distinguir quien lo había hecho.
Hacía muchísimo tiempo que no lo preparaba, se había ido al rincón del olvido. Hasta que el otro día, navegando por la red, me encontré con uno que me pareció delicioso, y me alegré doblemente: por recordármelo y porque lo había hecho mi querida amiga María {Cosicas dulces . . . y alguna salada} y con ella, nunca se falla.
Y ahora, vamos al lío.
* En caso de elegir hacerlo con nata, monta 250 grs con azúcar molida al gusto.
* Empezamos poniendo una capa de bizcocho troceado.
* Lo regamos con un poco de Baileys, Zumo de Naranja, o Vino Dulce
* Añadimos una capa del preparado de yogur y queso; o la nata montada.
* Y ahora una capa de Frutos Rojos sin descongelar.
* Ahora, capa hermosa de Natillas.
* Y terminamos con una generosa capa de Frutos Rojos.
* Coronamos con un chorretón de Sirope de Agave.
* Llevamos al frigo hasta el momento de servir.
* En la receta original que tengo anotada, se hace con nata montada, pero la he sustituido por aligerar un poco en grasas, por yogur griego y queso. Si vas a utilizar nata, son 250 grs.
* El sirope de agave, tampoco lo utilizan en la receta original, es azúcar, que se añade para montar la nata. No te digo cantidad, utilízala molida para no notar los gránulos y el dulzor, a gusto tuyo. En otras ocasiones lo he hecho con Tagatosa o Sucralín, y queda igualmente delicioso.
* Con las cantidades indicadas salen tres copas como las de la foto.
* El bizcocho utilizado lo puedes ver AQUÍ
* Las natillas las puedes ver AQUÍ
* El queso lo hice como el de AQUÍ
* Los frutos rojos son congelados, no los descongelo antes de montar las copas, lo hacen mientras esperan el reposo en el frigo.
* Y si no te quieres complicar mucho, lo haces con magdalenas o bizcochos comerciales, al igual que las natillas y tardas menos de dos minutos en montar esta delicia.
Y eso es todo por hoy amigos, hasta la próxima entrada.
Sean felices o al menos, inténtenlo ! ! !
