28 de marzo de 2016

Barras con Tang Zhong o Water Roux


Tengo okupas alados en mi cocina.

Aprovechando mi ausencia durante las semanas que estuve acompañando a mi madre en el hospital, se instaló una pareja de inquietos pajaritos en el tubo del extractor de la cocina y decidieron que como loft quedaba genial para construir el nido,
empollar y criar a la nueva familia. 
Así que cuando me percaté del asunto, procuré no utilizar la campana, so pena de crear un verdadero desastre y romper el ciclo de tranquilidad que necesitaban esos huevos tan bien puestos. Por el mismo motivo, utilicé con más asiduidad para cocinar el horno. Aprovechaba cuando estaba haciendo un arroz, un asadoo un bizcocho, para enlazar con el pan del día.  

Increíble, que unos gorriones morunos {hasta he buscado información de cómo se llaman} hayan marcado en cierta forma el ritmo de mi cocina y que sigan ajenos a lo que han provocado. 
Los pájaros en general nunca han sido una especie animal por la que sienta inclinación, reconozco que me gusta verlos volar en bandada, me divierte observar cómo cambian el rumbo todos a la vez con esa sincronización tan estudiada; y es agradable oírlos con esos continuos ruiditos en la copa de los árboles cuando está amaneciendo y desde la cama le araño unos minutos más al sueño.

         


De vez en cuando, también maldigo y despotrico de la familia de todos ellos, cuando salgo a la terraza y veo que han dejado alguna cagarruta gracia inesperada en el suelo o sobre el coche. Claro que dada esas dimensiones, sospecho que deben ser las gaviotas, tórtolas y garzas que pasan volando. 

Y todo esto para contarte, que he aprendido una nueva técnica para hacer pan que he aplicado ultimamente a las barras, {aunque me estrené con el roscón de este año} y me gusta bastante.
¿Que tiene que ver ésto con el nido de mi cocina? pues no mucho la verdad, el único hilo conductor es el horno. 

Pero me apetecía compartir algo tan sencillo y cotidiano como uno de mis panes caseros y con los que tanto disfruto. De paso también te comento, que mi nuevo papel de cuidadora de pájaros, a la fuerza eso si, me ha terminado haciendo gracia. 
Aunque, espero sinceramente que las crías {volantones} que nacieron la semana pasada, sean espabiladas y vuelen pronto jajaja
 ¡¡¡ Que tuve que freír las torrijas y los pestiños sin encender el extractor !!!

Y por supuesto, ya he comprado una rejilla {ésta vez no se me olvidó} como la que salió despedida el año pasado en una tormenta huracanada, para tapar el tubo y evitar 
posibles futuros inquilinos, en cuanto éstos, abandonen el nido.
Que cuando venga la factura de la luz . . . yo también querré salir volando.
       



         

           


                                         {Al final te explico un poco más sobre esta técnica}
Ponemos en un caldero 25 grs de harina, le añadimos 125 grs de agua fría { siempre guarda la misma proporción: una parte de harina y cinco de agua}
   

Movemos para disolver y llevamos al fuego bajo. Sin dejar de mover, veremos que se forma una papilla. Si tienes termómetro, debe alcanzar los 65º y si no tienes, no te apures porque a fuego mínimo, te aseguro que queda perfecto. Las cantidades de harina y agua, se la restamos al total de los ingredientes.
Ya está listo. Tapamos con film a piel para que no entre aire y utilizaremos a temperatura ambiente.
   



 Si habitualmente haces pan, guarda 200 grs de esa masa en un bote antes de hornearla, para utilizarla en el pan del día siguiente. Es lo que hago desde hace años y me gusta mucho el sabor y olor de la miga. 
Pero si no sueles hacer pan, puedes mezclar 120 grs de harina con 80 grs de agua y 1 gr de levadura fresca de panadero la noche anterior. Lo dejas en un bote dentro del frigo y al día siguiente lo añades a la masa. Cuando terminas de preparar la masa de ese día, vuelves a separar 200 grs y la guardas para el día siguiente, y así sucesivamente. 
La puedes tener hasta cuatro días sin problemas en la nevera, evidentemente según pasa el tiempo, el olor ácido se va incrementando y el sabor de tu pan será más intenso. Eso va en gustos.
La que ves aquí abajo en la foto, lleva conmigo cinco años. 
No sabes el cariño que le tengo.

             


    


- Ponemos en la cubeta de la panificadora el agua templada (425 grs porque a los 550 grs totales le restamos los 125 grs que hemos utilizado para hacer el tang zong)
- Añadimos la masa vieja (200grs) y a continuación el tang zong ( 150 grs)
 

- Agregamos la harina ( 975 porque le restamos los 25 grs que utilizamos en el tang zong) y la sal (20 grs)
- Programa sólo amasado, que dura 15 minutos.


- Añadimos el aceite en los últimos cinco minutos (50 grs)
- Dejamos reposar dentro de la cubeta, media hora una vez terminado el programa.


         

                   


 - Volcamos la masa sobre la mesa.
- Hacemos porciones de 200 grs.
   

- Estiramos con el rodillo.
 

- Una vez aplanada, plegamos la masa hacia nosotros y la vamos enrollando sobre si misma, pellizcamos para sellar bien en cada vuelta que le damos.
- Repetimos la operación dos veces más.


- Cuando hayamos terminado este paso, pellizcamos bien de punta a cabo, para evitar que se abra y para que no se noten el principio y el final.
- Con las dos manos, desde el centro hacia los dos extremos, rodamos la barra y conseguiremos que sea tan larga como la bandeja del horno. En mi caso, 38 cms.
- Las primeras veces, si no presionas  de forma uniforme, quedarán las barras de forma irregular y más gruesas por unas zonas que otras, no importa, la práctica se adquiere poco a poco.

 

- Vamos colocando las barras en la bandeja del horno, sobre el papel sulfurizado.
- Dejamos reposar durante media hora en mi caso, bien tapadas con un paño grueso o dentro del horno, pero también cubiertas. El tiempo es orientativo, la finalidad es ver que han levado, pero no doblado el volumen. No queremos una sobre fermentación.
- Con un cuchillo casi en paralelo con la barra, le haremos las típicas marcas. En total tres a cada pieza. Cortaremos con decisión, lo mejor es una cuchilla o cutter.También puedes hacer una única marca en el centro de extremo a extremo.
- Precalentamos el horno a 250º.

-  Cuando terminemos de hacer las marcas, pincelamos con agua.
 
- Terminamos espolvoreando un poco de harina por encima.
 
- Llevamos las barras al horno. Posición media a 250º durante los diez primeros minutos. Y al meter la bandeja, volcamos medio vaso de agua en el suelo del horno. Se creará un buen vapor, que hará que queden muy crujientes.
- A los diez minutos bajamos la temperatura a 210º y dejamos diez minutos más.
- Sacar y enfriar sobre una rejilla. Si te gusta el pan más oscuro, déjalas cinco minutos más.
 

               

                                      

- El Tang Zhong, es una técnica japonesa para hacer panes, tanto dulces como salados. Aunque en el país nipón llevan muchísimo años practicándola, no fue hasta hace unos años que se popularizó, gracias a un libro publicado en Taiwán en el año 2004.
- Consiste en mezclar harina y agua, siempre guardando la proporción de una parte de harina por cinco de agua, que se cuecen a fuego muy bajo hasta que alcanzan los 65º {del 1 al 10 tienes que cocinarlo al 2}. Se añade a temperatura ambiente al resto de los ingredientes de la masa.
- La finalidad del Tang Zhong es conseguir una corteza suave, una miga más elástica, una mejor conservación y un pan más esponjoso.
- Para usarlo en repostería {brioches, suizos, roscones . . .} se utiliza de igual forma, pero se sustituye el agua por leche.
- Si no se utiliza en el momento, puede guardarse en la nevera durante dos o tres días.
- La miga de estas barras es cerrada, sin grande alveolos, pero a la vez ligera, nada pesada.
- La corteza es fina y muy crujiente y al llevar la masa vieja, el aroma es increíble.

    

Eso es todo por hoy, nos vemos en unos días.
Hasta entonces se feliz, o al menos, inténtalo.

* El Tang Zhong, lo conocí en el blog de Hilmar { Mis Recetas Favoritas }, un blog maravilloso donde perderse viendo panes y masas.