27 de marzo de 2017

Hojaldres de Astorga




Menudo dulce facilón que traigo hoy. Y bien rico, que además es lo que importa.
No se necesita tener ninguna dote pastelera para que te quede así de guapo, y si no a las pruebas me remito ¿me han quedado preciosos o no? claro que si, y viva mi abuela.

En un viaje que hice por tierras leonesas, tuve la oportunidad de pasar por Astorga y visitar la ciudad. Impresionante el Patrimonio Artístico con el que cuenta. Por cierto que fue hace unos Veranos y hacía un calor, que ni los parroquianos estaban acostumbrados a esas temperaturas. Tras un buen pateo por la Plaza Mayor y alrededores, visitamos el Palacio Arzobispal, me gustó muchísimo {más por fuera que por dentro, todo hay que decirlo} y es que fue diseñado por un arquitecto que me encanta, Gaudí.

Llamativo el constante trasiego de peregrinos que hacían el Camino de Santiago. Claro, los astorganos están más que acostumbrados, a tanto caminante, pero para mí fue una novedad ese tipo de turismo. Si casi me dolía la espalda nada más ver el tamaño de las mochilas XXXL que llevaban a las espaldas. Tontamente entorno los ojos y cuando me imagino así de cargada, pienso que caería de espaldas sobre esa mochila y quedaría cual tortuga panza arriba pataleando al aire y sin remedio de recolocarme decentemente. Cosa que en la vida real no ocurrirá jamás, porque soy comodona para este tipo de actividades. Disfruto de paseos al aire libre, pero eso de viajar con la casa a cuestas, no está hecho para mí.

     

Y más arriba me he quejado de la calor ¿verdad? pues siguiendo a mi anfitriona, me llevó a comer un Cocido Maragato, que también es típico de allí. Cuando me lo dijo, callé por prudencia, pero pensé que no iba a ser capaz. Pero oye, dice el refrán: " En el comer y en el rascar, todo es empezar "  y qué verdad es. Comenzamos con la carne y los rellenos, seguimos con los garbanzos y terminamos con la sopa. Entre medias, rodajas de tomate . . .  y no fue eso todo, que todavía nos atrevimos con unas natillas y rematamos con un chupito de queimada. Para hacer mejor la digestión como nos dijo el camarero no lo sé, pero me empezó a subir un calorcito por la cara y un sopor por todo el cuerpo, que deseando estaba llegar al coche y como yo no conducía en ese tramo del viaje, dar una cabezadita hasta llegar a nuestro destino. El próximo que me coma por aquellas tierras, mejor con frío como el que hace ahora. Qué dura es la vida del turista ¿verdad?

Entre las compras que hice, no faltó una caja de los famosos Hojaldres y unas docenas de Merles. No te diré que la receta de hoy es la de los auténticos, porque no es cierto. Éstos están muy buenos, pero aquellos . . . ummmm tienen su aquél. Me quedó la pena de no comprar unas cuantas tabletas de su afamado chocolate, pero ante el temor de que se derritiesen, preferí dejarlo para mejor ocasión. Precisamente hace unos días celebraron el SICA {Salón Internacional del Chocolate de Astorga} menudo espectáculo tentador que tuvo que ser aquello ¿verdad?

Según he leído, estos dulces se vienen haciendo desde hace unos sesenta años, siendo la precursora una confitería llamada La Confianza. Ante el éxito obtenido, quince o veinte años después, empezaron las demás. Para realizar el hojaldre, no utilizan mantequilla, sino margarina, porque opinan que se lamina igual al hornearse pero no baja de volumen al darle el baño de almíbar al final, que es lo característico. Y aunque ellos lo bañan en glucosa, jalea de manzana, agua y azúcar, sumergiéndolos treinta segundos, a nivel casero, se le sustituye por un enmelado suave.

Y ya no me enrollo más ¿empezamos?



{Para quince pasteles}


 1 Plancha de hojaldre.
Mantequilla para pincelar
 1/2 Vaso de agua
1/2 Vaso de azúcar
4 Cdas de Miel sabor suave
Unas gotas de limón
1 Huevo para pincelar




 - Dividimos la plancha de hojaldre por la mitad. 
 - Cada mitad en rectángulos, los míos de 6 x 5.
               

- Pincelamos una parte con mantequilla, así le damos más sabor al hojaldre y la parte que pondremos arriba, se pegará mejor.
- A la otra parte del hojaldre, le hacemos el típico orificio con un descorazonador de manzanas o una boquilla redonda de manga pastelera (también se puede perforar las dos partes del hojaldre, dejando el orificio abierto de arriba a abajo, el resultado a nivel gustativo, es el mismo)


- Emparejamos poniendo el hojaldre que hemos perforado sobre el pincelado de mantequilla.
- Y ahora batimos un huevo y pincelamos la superficie, nos quedarán con un brillo monísimo.


- Encendemos el horno a 200º, lo precalentamos un rato antes.
- Introducimos la bandeja a media altura y los dejamos hasta que estén tostados. En mi caso han necesitado 20 minutos.


 - Mientras, preparamos el almíbar: pondremos en un caldero la miel, y le añadimos el agua.


 - A continuación el limón y dejamos cocer a fuego fuerte unos minutos, hasta que veamos que se espesa un poco el almíbar.
- Bajamos el fuego y empezamos a introducir los hojaldres. Yo cuento hasta diez y les doy la vuelta.


 - Vuelvo a contar diez, y los saco del almíbar. No se te ocurra sumergirlos empujándos en el almíbar, perderán mucho volumen y quedarán demasiado empapados (de los errores se aprende)
- Los voy colocando en una bandeja, cubierta con papel de horno y los dejo hasta que estén fríos.





- Siempre digo que el hojaldre que más me gusta es el del Lidl. Pues en esta ocasión utilicé el de la marca Casa Tarradellas, y tengo que decir que me ha encantado el resultado. No hay más que ver cómo se diferencian las finas capas y el volumen tan estupendo que alcanza. Así que recomendado al 100%. (Publicidad gratis, si es que no tengo remedio). Si lo ves en el super, échale mano y mételo en el carro, te va a encantar.
- Te aconsejo que el hojaldre esté bien frío para manipularlo. Es cierto que para desenrollar la lámina es mejor sacarla un rato antes del frigo, de esa forma no se rompe. Una vez extendida, la puedes llevar al congelador unos quince minutos o un buen rato al frigo si no te cabe, ya verás qué bien lo trabajas así.
- Cuando le des el baño de almíbar, no se te ocurra hundirlos, pues perderían mucho volumen, sólo hay que contar hasta diez y darles la vuelta. Los tendrás listos y perfectos.
- De un día para otro, quedan más ricos . . . si puedes retenerte.


Voy preparando el café, no tardes que desaparecen en un plis plas.

  

Eso es todo por hoy, nos vemos en unos días.
Espero que seas feliz, o al menos, lo intentes.